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Transición en Miraflores

Ha transcurrido ya un trimestre del 2013 y la guerra política y mediática nacida en torno a la salud del presidente venezolano Hugo Chávez sigue creciendo. Rumores de su crítico estado de salud fueron temporalmente aplacados hace pocos días, cuando se anunció su regreso a Caracas y el Gobierno distribuyó una fotografía del líder bolivariano con sus hijas en una cama de hospital. El ciberespacio, en tanto, ha dado cabida a detalles pocas veces conocidos sobre la salud de un presidente: desde el diagnóstico muy bien fundamentado de una recuperación difícil, pero factible,  hasta el dramático apunte presuntamente médico sobre su inminente defunción.

No es necesariamente su discurso la razón de semejante convulsión; tampoco lo es el terremoto político doméstico e internacional lo que atrae la atención sobre Chávez en estas horas. Es el peso específico de la nación con la mayor reserva de crudo del planeta y el tratamiento que Chávez dio al petróleo de su país manejado con visión política.

Chávez ha representado la garantía de abastecimiento petrolero para mercados políticamente opuestos a Washington, como China y algunos de sus aliados. Al mismo tiempo, el enfermo presidente encabeza el esfuerzo latinoamericano por liberarse de la dependencia del petróleo mundial, ya que con su Alianza Bolivariana para las Américas alimentó la sobrevivencia económica de gobiernos en todo el continente, desde El Salvador —y ya casi desde Guatemala— hasta Bolivia, pasando por Argentina y Nicaragua. Para todos ellos, Chávez y su exportable revolución petrolera fue una luz en medio de la noche. Qué decir del suministro petrolero a Cuba, donde los hermanos Fidel y Raúl Castro han logrado mantener vigente la revolución ideológica más cuestionada y presionada por Estados Unidos; y ni qué pensar en el abastecimiento a China, país que ha facilitado a Caracas US$50 billones que han venido siendo pagados en parte con petróleo.

Chávez comprendió a tiempo el panorama energético mundial y le dio un valor agregado adicional al petróleo de su país. Hoy, aun en el lecho de enfermo, la estructura que ideó juega ajedrez político de alto nivel. Logró modificar la Constitución de su país previendo su muerte y garantizó la continuidad del chavismo al ganarse el favor popular y electoral por lo menos durante un período más.

Por eso tiene a su canciller Nicolás Maduro en la Presidencia. Por eso mismo Chávez pidió a finales del año pasado, que los votantes chavistas apoyaran a Maduro en caso de elecciones anticipadas; y por eso mismo convirtió a su hombre de confianza y delfín innegable en el enlace con Cuba, China y las otras superpotencias con quienes se alió.

El mundo vive en la salud de Hugo Chávez uno de los dramas intensos de una nueva estrategia política mundial. Es la del futuro, donde los suministros y las megafortunas de los pueblos serán determinantes para recomponer el ajedrez global. Chávez hizo alianza con los chinos, que ahora encabezan el crecimiento mundial; se unió con los iraníes para armar un nuevo eje que Estados Unidos respeta; sumó a Argentina, Ecuador, Brasil y Bolivia en un bloque sudamericano que humaniza y justifica su juego global, y llegó a Centroamérica con su petróleo para frenar el avance de norteamérica y el Cafta hacia su vecindad. En suma, movió cielo y tierra para potenciar a una nación petrolera que hoy es diferente a la que él encontró.

Guatemala, 6 de Marzo, 2013

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